EL AULA DE MESA CAMILLA
Cuando terminé
las carreras (Licenciada en Bellas Artes e Historia del Arte) hice el CAP. Era
un curso odioso que te obligaban a hacer como salvoconducto indispensable para
trabajar como docente en secundaria. Bien la idea, si estuviera bien
organizado, enfocado y llevado a cabo. Aprendí muy poco. Pero hubo una cosa que
sí me marcó hasta hoy y durante toda mi actividad como docente.
De entre los
artículos y textos que nos hicieron leer hubo uno que trataba sobre un profesor
de latín y griego de la Universidad de Oxford (creo) que, a finales del siglo
XIX, y con una clase de alumnos universitarios (eran solo 5 o 6 alumnos) de
estudios ya avanzados universitarios sobre el tema, llevó a cabo una
metodología innovadora en la clase. Bueno, en la clase no, porque lo primero
que hizo fue llevárselos a su despacho, lugar agradable y
"doméstico", donde no había pupitres al uso, sino una "mesa
camilla" (así se llaman en Andalucía) y sillas. Por supuesto también había
cafetera y otros enseres parecidos. Una vez allí, el profesor se dedicó a sus
cosas y no les dirigió la palabra a los alumnos. Como si no estuvieran. Es
decir, no inició el ritual acostumbrado de dar clase magistral, donde los
conocimientos se transmiten. Al principio los alumnos celebraron con júbilo
aquello de no dar clase. Pero según pasaron los días, comenzaron a inquietarse
y a hablar entre ellos. Poco a poco empezaron a preguntarse a sí mismos sobre
los contenidos de aquella asignatura, dónde buscar información y cómo
aprenderla, qué les interesaba y por qué. Terminaron por "Construir"
ellos mismos y de forma cooperativa su propio conocimiento en torno a aquella
mesa camilla. Cuando su propia actividad fue realmente entusiasta, efectiva y
productiva, intervino el profesor, eso sí, como guía, no como transmisor de
conocimientos. Lo más importante no fue que aprendiera latín y griego (que
aprendieron y mucho) sino que la experiencia les cambio el carácter, la
personalidad, los valores y la forma de afrontar la propia vida.
A lo largo de 20
años dedicada a la docencia he reflexionado mucho sobre esto y me ha tocado
sufrir al igual que mis compañeros docentes la cruda realidad del mundo de la
enseñanza, lleno de errores y problemas. Con todas mis experiencias y lo
aprendido a lo largo de este tiempo espero ser capaz de plasmar pronto en un
ensayo denso y analítico, crudo y valiente, mi visión, mi análisis del sistema
de enseñanza actual y mi propuesta de aula de mesa camilla. El que me gustaría.
Durante el confinamiento del covid aproveché para escribir un montón de artículos e incluso 2 libros. De los artículos uno fue este, el del aula de mesa camilla. Me ha ocupado unas 20 páginas. Para mi es importante que fuera un artículo de reflexión, personal, de lo que yo pienso. O sea que no es un artículo científico con constantes referencias bibliográficas y argumentación teórica... Lo he mandado ya a unas 6 o 7 revistas, todas lo han rechazado en el primer vistazo. Po eso, porque no tiene bibliografía. Estoy harta de que siempre la disertación o aportación científica tenga que justificarse "en lo que han dicho otros", así, por narices, porque si lo digo yo sola no es de fiar, vaya tela, ... que le hubieran dicho esto a Leonardo, a Aristóteles, harían una pedorreta, vamos. En ciertos artículos, vale, está bien, pero de ve en cuando debería de bastar y valorarse y permitirse que un científico, además ya con una larga trayectoria de formación, experiencia, etc., pueda escribir sinceramente lo que piensa, opina, la plasmación directa de sus teorías, como algo fresco, nuevo, y que al mundo no le dé miedo escucharlo. Luego ya que cada uno jugue, opine y esté de acuerdo o no, que lo discuta. Pero que no te dejen ni siquiera "decirlo"... El mundo científico se encuentra actualmente encadenado y coartado, redirigido, por la esclavitud de las publicaciones. Nos obligan a publicar mucho y en revistas alto impacto, ojo. Y esto obliga a pasar por el aro de las condiciones que éstas imponen. Esto es la muerte de la ciencia. Porque el verdadero avance científico surge de la creatividad sin límites, y así, ya tu ves...
Clase tradicional
Mesa camilla
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